Quiero comenzar con una vieja historia Zen:
Un guerrero, un samurai, fue a ver al Maestro Zen Hakuin y le preguntó: "¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo? ¿Dónde están las puertas que llevan a ellos? ¿Por dónde puedo entrar?"
"¿Quién eres?", le preguntó Hakuin.
"Soy un samurai, un jefe de samuráis. Hasta el Emperador mismo me respeta", dijo.
En Japón, ser un samurai es algo que da mucho prestigio. Un samurai es un guerrero, un soldado por excelencia. Un hombre que no dudaría un segundo en arriesgar su vida por su Emperador. Ni tampoco vacilaría en suicidarse en caso de haber perdido el honor.
En la interacción que sigue vemos la respuesta que le da el Maestro Zen. Una respuesta fértil debido a que el guerrero adopta una actitud de verdadera escucha:
Hakuin se rió y contesto: "¿Un samurai, tú? ¡Pareces un mendigo!".
El orgullo del samurai se sintió herido y olvidó para qué había venido. Sacó su espada y ya estaba a punto de matar a Hakuin cuando éste le dijo: "Acabas de abrir la puerta del infierno".
Inmediatamente el samurai entendió. Envainó nuevamente su espada y Hakuin dijo: "Aquí se abren las puertas del cielo".
El cielo y el infierno están dentro de ti. Ambas puertas están dentro de ti. La elección es tuya. No importa cuán soterrada se encuentre en un olvido que continuamente mantienes vigente. Es tu responsabilidad y la de nadie más la elección que casi instantáneamente llevas a cabo.
Cuando te comportas de forma inconsciente, es señal de que has elegido la puerta del infierno; cuando estás alerta y consciente de que no estás en paz y profundamente contento, estás en posición de revocar tu elección por el infierno y elegir abrir las puertas del cielo.
En la mente se encuentra la memoria del cielo, en la mente se encuentra la elección del olvido y a favor del infierno y la mente tiene la capacidad de elegir cualquiera de ellas.
Pero seguimos pensando que el cielo y el infierno existen en alguna parte, fuera de nosotros…
"Estás acostumbrado a la noción de que la mente puede ver la fuente del dolor donde ésta no está. El dudoso servicio de tal desplazamiento [proyección] es ocultar la verdadera fuente de la culpabilidad y mantener fuera de tu conciencia la percepción plena de que dicha noción es demente" UCDM (T.13.X.1:1,2).
Esto no es sino la perversa defensa a la que inevitablemente recurrimos cuando elegimos el ego. La erigimos para poder evadir nuestra responsabilidad en el dolor y desasosiego que dicha elección nos ocasiona en la mente y, ahora, vivimos dichos efectos de dolor (culpa) asociados entonces a factores externos a nuestra decisión (proyección).
"... toda defensa es un mecanismo demente de auto-engaño... su propósito es ocultar la realidad, atacarla, alterarla, incapacitarla, distorsionarla, tergiversarla y reducirla a un insignificante montón de partes desarmadas. La meta de toda defensa es impedir que la verdad sea íntegra. Las partes se ven entonces como si cada una de ellas fuese un todo en sí misma.
Las defensas no son involuntarias ni se forjan inconscientemente. Son como varitas mágicas secretas que utilizas cuando la verdad parece amenazar lo que prefieres creer. Parecen ser algo inconsciente debido únicamente a la velocidad con la que decides emplearlas. En ese segundo, o fracción de segundo en el que decides emplearlas, reconoces exactamente lo que te propones hacer, y luego lo das por hecho...
Todo esto no puede hacerse de manera inconsciente. Más una vez que lo has hecho, tu plan requiere que te olvides de que fuiste tú quién lo hizo, de manera que parezca ser algo ajeno a tu propia intención; un acontecimiento que no guarda relación alguna con tu estado mental; un desenlace que produce un efecto real en ti, en vez de uno que tú mismo has causado." UCDM (L136.2:2-4, 3, 4, 5:1).
El cielo y el infierno no están al final de la vida corporal, están aquí y ahora. A cada momento damos los pasos que abren sus puertas… en un segundo se puede elegir ir del infierno al cielo, en un segundo podemos reforzar la creencia de haber descendido del cielo al infierno.
Repasemos algunas cosas en esta historia zen...
Si prestamos atención, Hakuin le pregunta "¿Quién eres?" Todos asumimos ser nuestros roles y nuestro personaje y, desde ese máscara elegida precisamente para ocultar de nuestra conciencia lo que Somos, contestamos. ¿Cómo puede haber una respuesta cuerda desde esa perspectiva?
De la historia zen podemos ver la completa identificación que el samurai tiene con su rol: Hakuin -quién puede ver más allá del velo del auto engaño- antes que nada pregunta al samurai "quién es?". Es una invitación, una oportunidad que el maestro le hace al samurai a que se haga a un lado y mire dentro. El samurai niega su Identidad confundiéndose a si mismo con su rol, Hakuin entonces aparentemente humilla al samurai, pero su verdadera intención -el contenido tras la forma- es que la mente identificada con ese rol pueda tener la oportunidad de vislumbrar las elecciones que alberga en favor del ego, para así poderlas cuestionar y mirar más allá de sus condicionamientos.
"Nada es tan cegador como la percepción de la forma" UCDM (T.22.III.6.7).
Es inútil que se nos diga qué decisión hemos de revocar a menos que seamos conscientes de que somos nosotros quienes la estamos albergando. El aprendizaje verdadero es estrictamente individualizado. Y la decisión de elegir de nuevo es únicamente nuestra. El cómo aprendemos a tomar consciencia de éstas dinámicas, ahora inconscientes, es la escuela constituida por nuestras relaciones "especiales" bajo la tutela de la Cordura (en este caso, uso el símbolo de Hakuin).
Por supuesto que la labor del Espíritu no acaba ahí. Una vez reconocida nuestra elección en favor del ego, el miedo ha de ser transformado en amor. Es por eso que una vez envainada la espada, Hakuin le señala al guerrero que "se han abierto las puertas del Cielo" ¿Porqué seguiría alguien eligiendo ser un rehén del ego, salvo que creyese que es la única opción disponible tras haberle hecho caso a la demencia que le asegura haber perdido su grandeza abjurando de ella? Hakuin le deja ver al guerrero su Inocencia. El poder de elegir seguir los pasos que abren las puertas del Cielo es algo que el samurai no ha perdido.
El poder de elegir la Expiación es algo que jamás podemos perder. Eso es así ya que seguimos siendo Inocentes, independientemente de los testigos de dolor que pudiéramos haber elegido previamente escuchar. Depende de cada uno de nosotros envainar la espada del ego y elegir en su lugar a la Cordura como intérprete de que lo que vivimos.
"La luz se encuentra en ti. La obscuridad puede envolverla, pero no extinguirla." UCDM (T.18.III.1:7).
Al igual que el samurai, todos hemos elegido previamente en favor del ego, y ahora estamos reforzando esa elección mediante el olvido y las absurdas defensas que erigimos para impedirnos tomar consciencia de nuestra responsabilidad en lo que aparentemente vivimos.
"Mas puedes recordar lo que has olvidado, si estás dispuesto a reconsiderar la decisión que se encuentra doblemente sellada en el olvido. El hecho de que no te acuerdes, no es más que la señal de que esa decisión todavía está en vigor, en cuanto que eso es lo que deseas. No confundas esto con un hecho. Las defensas hacen que los hechos sean irreconocibles. Ése es su propósito y eso es lo que hacen" UCDM (L136.5:2-6).
No importa en qué situación nos encontremos, casi instantáneamente tomamos partido por algo y en contra de lo otro. Es lo único que una mente identificada con un ego puede hacer. La salida para tomar consciencia de que en nosotros existe una mejor alternativa, pasa por el hecho de responsabilizarnos de las reacciones de nuestro ego a las elecciones de los demás por el suyo. No importa si se trata de ligeras disputas o de tragedias monumentales a los ojos del mundo tal como los ataques terroristas y los bombardeos sobre poblaciones enteras.
"La ira puede manifestarse en cualquier clase de reacción, desde una ligera irritación hasta una furia desenfrenada. El grado de intensidad de la emoción suscitada es irrelevante. Te irás dando cuenta cada vez más que una leve punzada de molestia no es otra cosa que un velo que cubre una intensa furia" UCDM (L21.2:3-5).
Cuando soy consciente de cómo elijo una postura interna y de cómo aparece 'por arte de magia' una historia del ego que justifica mi elección, puedo sencillamente dejar de apoyar al ego dudando por un instante -santo- de sus testigos, invitando así de manera automática a la Cordura. Es mi oportunidad de sanación, un paso en la apertura de las puertas del Cielo que mi verdadera vigilancia me otorga, una invitación a revocar mi decisión por el infierno "hablándole" ahora a mi hermano de Cristo. Mi hermano no es responsable de la pérdida de paz que ahora experimento (ni mi hermano, ni nada externo a mis decisiones en la mente). ¡Aprendo a perdonar a mi hermano por lo que no me ha hecho!
El secreto de la salvación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo. No importa quién desempeñe el papel de enemigo y quién el de agresor, eso sigue siendo verdad. No importa cuál parezca ser la causa de cualquier dolor o sufrimiento que sientas eso sigue siendo verdad. Pues no reaccionarías en absoluto ante las figuras de un sueño si supieras que eres tú el que lo está soñando." UCDM (T.27.VIII.10:1-5).Tenemos tal confusión (intencionada aunque inconsciente) a confundir forma con contenido que es únicamente mediante los pasos guiados por el Espíritu que alcanzaremos un discernimiento... No se trata de no desenvainar/envainar una espada sino si lo hacemos de la mano del odio o de la Cordura.
"Nada es tan cegador como la percepción de la forma" UCDM (T.22.III.6.7).José Vicente Mandé.