domingo, 19 de abril de 2015

El Hijo Pródigo...

"... dame lo que me corresponde que yo me voy"


Y así, empieza un viaje destinado al hastío, en el cual ahora sólo hay un propósito que es verdadero: El darnos cuenta de que el equipaje que llevamos es en sí la herida.

Un equipaje de creencias deliberadamente elegido -ahora totalmente inconsciente. Es sólo nuestra elección por él lo que le otorga el poder de hacernos vivir fuera de un Reino que jamás hemos abandonado. Reino  que ahora espera por nuestra aceptación. Es "un viaje a ninguna parte, un sueño de estar en el exilio, una jornada que hace mucho que ya concluyó".

La futilidad y el dolor es el equipaje que llevamos, equipaje necesario mientras nuestro deseo de ser "ciudadanos de aquél extraño país" esté aún vigente en nuestro interior. El proyectar la responsabilidad de nuestra decisión por el ego en otros no nos liberará del dolor, eso es una creencia falsa, una promesa incumplible, como ya empezamos a ver...

El ego (nuestra elección por ése mecanismo) tiene sus días contados... 

Cuando llegaremos de corazón a decir "Deseo la Paz de Dios" (Lección 185) es algo personal pero inevitable. El ego tiene sus días contados. 

Nos encaminos a confrontar nuestra terrible creencia oculta acerca de Dios, y poder decirle "...Padre, hemos pecado contra el Cielo y contra Tí" y tener entonces la experiencia en primera pérsona de Sú Júbilo y no de su ira, tal como la demencia de nuestro equipaje cree.

José Vicente Mandé.