sábado, 29 de marzo de 2014

¡Una teología Universal es Imposible!


"Una teología universal es imposible, mientras que una experiencia universal no sólo es posible sino necesaria. Alcanzar esa experiencia es lo que el curso se propone. Sólo cuando ésta se alcanza es posible la consistencia porque sólo entonces se acaba la incertidumbre" (UCDM C.I.2:5-7).

Nos da miedo reconocer que la incertidumbre es la constante de nuestras vidas.
Nos aferramos a las herramientas de nuestro camino espiritual para poder  escapar de la sensación de no saber, en lugar de permitirla, porque es siendo honesto con respecto a nuestras dudas que llegaremos a saber que son las dudas del ego y no las nuestras.

Es inevitable que estemos en desacuerdo con otros caminantes, maestros, hermanos. El ego ha tomado la forma de muchos, albergados en cuerpos distintos con mentes aparentemente separadas. No es posible que la forma del camino 'de regreso' a donde siempre hemos estado sea la misma para todos. Sin embargo, es muy útil recordar que ese camino es simplemente una señal que apunta al hecho de que recordarás que eres una mente que toma decisiones y no un cuerpo, que "...tu vida no forma parte de nada de lo que ves. Tu vida tiene lugar más allá del cuerpo y del mundo, más allá de todos los testigos de lo profano, dentro de lo Santo, y es tan santa como Ello Mismo"  (UDCM.L151.12).

Está bien no tener que estar de acuerdo con otros, pero cada vez que me comparo con otro y uso el camino que sigo para justificar lo diferentes que somos, he caído completamente en la trampa del ego de querer salvaguardar mi especialismo, mi existencia individual y separada, universalizando mi teología, sucumbiendo a la tentación de que yo estoy en lo cierto y que el otro no lo está, que "yo" sé. He olvidado que el curso (o cualquier otro camino) es un símbolo, un recordatorio que apunta a guiar mis pasos a que mi mente deje el ego a un lado y elija de nuevo a la cordura, priorizando la paz y riéndome internamente de mi mismo, de lo arrogante de pasar por alto el hecho de no saber. El ego no sabe. Nuestro Ser si. El recuerdo de nuestro Ser ---el Espíritu Santo--- jamás haría de las comparaciones algo tan serio como para dejar la paz y la aceptación de mi hermano a un lado, el ego si.

Es a la experiencia de que todos compartimos la misma necesidad ---la necesidad de despertar de la pesadilla del sufrimiento--- a la que se encamina nuestro trabajo. Es con la experiencia de que en el fondo somos lo mismo donde se acaba la incertidumbre.

"El ego puede preguntar: 'cómo sucedió lo imposible?', '¿A qué le ocurrió lo imposible?', y lo puede preguntar de muchas maneras. Más no hay una respuesta para ello; sólo una experiencia. Busca sólo ésta y no permitas que la teología te retrase"  (UDCM.C.I.4:3,4).

José Vicente Mandé.