Pregunta#215: En el Canto de la Oración
dice que orar por cosas materiales no es lo que la plegaria debe ser.
Esto es únicamente un llamado para esconder nuestra culpa y una llamada
al enemigo (nuestro propio enemigo). Es entonces la gratitud la única
manera correcta de oración? Cómo lidiamos con nuestros deseos internos?
Si tu única meta es conocer a Dios, cómo orarías entonces? Debería estar
en silencio? El orar con otros es entonces que ambos miremos a Dios?
Cómo puedo lidiar con las ilusiones?
Respuesta:
Esta preciosa obra, El Canto de la Oración, vino como respuesta a la
manera en la que los estudiantes de Un Curso de Milagros estaban usando
el Curso. Muchos estudiantes pensaron que el Curso les estaba animando a
pedirle al Espíritu Santo que sanara sus cuerpos, arreglara sus
asuntos, resolviera sus problemas en el mundo y les proveyera de lo que
anhelaban. Es por lo que Jesús nos enseña en El Canto de la Oración
acerca de la verdadera oración. El nos dice, en primer lugar, que no hay
nada malo en pedir por cosas materiales; y de hecho, mientras que
pensemos que somos individuos viviendo en el mundo, no podremos evitar
orar de esa manera (1.I.2:3). La oración, dice Jesús, es como subir en
una escalera y, a medida que ascendemos, nuestra oración toma una forma
diferente debido a que nuestras necesidades cambiarán. Tendremos cada
vez menos y menos culpa como consecuencia de nuestra práctica del perdón
y “sin culpa no hay escasez. Los impecables no tienen necesidades”
(1.I.3:5,6). Por consiguiente, en la cima de la escalera ---cuando
seamos maestros de Dios avanzados--- no experimentaremos carencias de
ninguna clase, no percibiremos separación y por lo tanto nuestra oración
será sencillamente un canto de gratitud. Pero eso es en la cima de la
escalera.
En
los peldaños inferiores de esa escalera, experimentaremos toda clase de
deseos y de necesidades. Esto es normal. Necesitamos ser amables
respecto a eso y no negarlo. Si somos honestos y reconocemos que dichos
deseos y necesidades provienen de una percepción defectuosa de nosotros
mismos, entonces no podrán retenernos. Pedir por específicos no es algo
malo y sentirnos culpables por tener necesidades y deseos no es de
ninguna ayuda, tampoco lo es el luchar contra ellos. Necesitamos
solamente decir “Aquí es donde me encuentro ahora mismo; y cuando tenga
menos miedo, le permitiré al amor que aumente su presencia y no
experimentaré escasez o necesidad.” Es muy importante recordar que este
no es un curso de sacrificio o ascetismo. Esto es un proceso lento,
amable, y que no daremos un salto del fondo a la cima en la escalera.
Hay muchos peldaños intermedios y si hacemos lo mejor que podemos en el
lugar que nos encontremos, no hay nada más que se requiera de nosotros. A
medida que practicamos el perdón, la forma de la oración cambiará por
sí misma.
Nuestra
oración en los peldaños inferiores es siempre a nosotros mismos, que
podamos aceptar la ayuda de Jesús o del Espíritu Santo para observar
amablemente y sin juicios a nuestros pensamientos del ego y poder ver
nuestros intereses como compartidos con los de los demás. Cuando tenemos
“enemigos” es porque hemos visto nuestros intereses como separados y en
conflicto con los de otros. Es entonces cuando necesitamos pedir ayuda
para que nuestras mentes sean sanadas mediante el perdón. Cuando nuestra
necesidad de tener un enemigo es reconocida y entonces sanada, habremos
dado un paso más en la dirección de nuestro verdadero estado de
unicidad y orar con otro será simplemente un gozoso reconocimiento de
nuestra Unicidad como Cristo y la Unicidad de Cristo y Dios. Pedir
motivado por la necesidad no tendrá ya ningún sentido.
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