Pregunta#545:
Un Curso de Milagros habla acerca de el “cuerpo incorruptible”
(T.19.IV.C.i), diciendo que es posible “mantener al cuerpo incorrupto y
en perfectas condiciones mientras sea útil para tu santo propósito.”
Está el Curso en realidad diciéndonos que es posible alcanzar un estado
(dentro del mundo de la ilusión) en el cual nuestro cuerpo se mantendrá
en perfectas condiciones físicas mientras permanezcamos aquí? Es ésta
una de las condiciones que somos capaces de alcanzar a medida que nos
acercamos al mundo real, quizás sea una de las características de lo que
el Curso llama “El Alumno Feliz” en el capítulo 14? Si tuviésemos un
cuerpo saludable, completamente libre de enfermedades, podríamos
entonces ser atraídos a la realidad mediante un genuino deseo de volver a
ser conscientes de nuestro Padre, en lugar de ser empujados a ella por
el dolor físico y el miedo. Podrías por favor comentar acerca de todo
esto?
Respuesta:
Lo siento, pero eso no es lo que Jesús quiere decir con eso. Puede
aparentemente suceder de esa manera en la forma para algunos casos
individuales, pero nunca puede juzgarse nada real basado en la forma. Si
lees un poco más allá de la frase que citas, es claro que Jesús no está
describiendo lo que le sucede al cuerpo en cuestión: “El cuerpo es tan
incapaz de morir como de sentir. No hace nada. De por si, no es ni
corruptible ni incorruptible. No es nada” (T.19.IV.C.5:2,3,4,5). Jesús
está simplemente diciendo que ya no veremos a nuestros cuerpos sirviendo
el propósito de la corrupción. El cuerpo no podrá ser corrompido por la
culpa del sistema de pensamiento del ego, por que sabremos que la culpa
del ego no es cierta. Y aunque el cuerpo pudiera cambiar en forma,
aparentar envejecer e incluso sufrir alguna minusvalía o enfermedad, si
no hay pensamiento de enfermedad ni muerte ---culpa--- en la mente, esos
cambios en la forma no tendrán connotaciones de muerte ni de enfermedad
para nosotros--- “El cuerpo no puede hacer otra cosa que servir a tu
propósito, tal como lo consideres, eso es lo que te parecerá que es”
(T.19.IV.C.6:3,4).
Lo
que le sucedió al cuerpo de Jesús al final de su “vida” terrenal
ilustra este principio. Su cuerpo no representó ningún pensamiento de
enfermedad o de muerte o de dolor en su mente, ya que su mente estaba
libre de culpa. Él no usó su cuerpo para reforzar una creencia en el
pecado y en la victimización en su mente (T.6.I.5)--- y por
consiguiente, su cuerpo permaneció incorruptible en su percepción,
independientemente de la forma en la que aparentara haber cambiado. Él
no permitió que su cuerpo se corrompiera en su pensamiento al no hacerlo
un símbolo de acusación en contra de otros.
También
podemos ver la discusión que se elabora en el Curso en “el cuerpo
incorruptible” como una corrección al cuerpo glorificado, resucitado que
la doctrina Cristiana enseña acerca del cuerpo resucitado de Jesús a
todos sus seguidores. Tal y como Jesús dice acerca de su propio cuerpo
al comienzo de esa sección, “Más, ¿iba acaso a ofrecerte a ti, a quien
quiero, mi cuerpo sabiendo lo insignificante que es? ¿O, por el
contrario, te enseñaría que los cuerpos no nos pueden separar? Mi cuerpo
no fue más valioso que el tuyo... Pensar que podrías estar contento y
satisfecho con tan poco es herirte a ti mismo” (T.19.IV.A.17:5,6,7,12).
Un
último punto de clarificación: no es el dolor físico o el miedo lo que
nos lleva a acercarnos o alejarnos de ser conscientes de nuestro Padre.
El cuerpo, al no ser nada, no puede sentir, como ya hemos remarcado
anteriormente. Todo el dolor y el miedo están en nuestra mente y es allí
donde tienen que tratarse y liberarse. El cuerpo sólo le devuelve a la
mente los mensajes que en primer lugar la mente desea y que entonces
envía fuera (T.19.IV.A.10,11,12,13,14,15).
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