miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Es la culpa un intento para inducir la ira?

Pregunta#445: En Un Curso de Milagros se nos dice que la ira no es nada más que un intento de hacer que otro se sienta culpable. Es lo opuesto cierto también? Es el sentirse culpable un intento de hacer que otro se sienta furioso? Son la culpa y la ira, por consiguiente, la misma cosa?

Respuesta: Bonita lógica. En algunos casos, sentirse culpable pudiera en efecto tener la intención de ocasionar que otro sienta ira. Esto es así porque ver la culpa en otros pudiera funcionar como recordatorio de nuestra propia culpa, un reconocimiento bastante incómodo. Y la única solución que da el ego para lidiar con la propia culpa es proyectarla fuera y la ira, es solo una de esas muchas formas que puede tomar dicha proyección.

Sin embargo, en otras situaciones, sentirse culpable y expresarlo podría consistir en algún tipo de manipulación para que otro deje de estar furioso. Considera cómo los criminales que admiten su culpa y expresan remordimiento pueden recibir condenas poco severas. Si tu admites tu culpa y nosotros somos diferentes, tal y como el ego insiste, entonces yo tengo que ser inocente, algo que todos estamos desesperados por demostrar a expensas de otro cada vez que jugamos al juego de intercambio de la culpa del ego.

Finalmente, si, la culpa y la ira son lo mismo en el sentido de que bajo ambas subyace el mismo contenido, es decir, la ira y la culpa son simplemente dos formas distintas de la creencia subyacente en la separación y en el pecado. La culpa es la experiencia de ser pecador y la ira es la proyección de esa culpa, en un intento de evitar la responsabilidad del pecado y verlo en alguien más. "La ira simplemente chilla, ‘La culpa es real!’" (M.18:3.1). Y debido a que ambas cosas son manifestaciones del mismo sistema de pensamiento ilusorio, pueden entonces ser fácilmente desechadas reconociendo que las experimentamos por elección propia y no por razones externas. La ira se disipa a medida que puedo reconocer que no es otra cosa que una defensa contra un recordatorio de mi propia culpa y, mi culpa, desaparece a su vez ---cuando la miro con el amor de Jesús a mi lado--- como la niebla en el sol de la mañana.

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