miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Porqué el perdón espera?

Pregunta# 499: “[El perdón] observa, espera y no juzga” Cuál es aquí el significado de esperar? 

Respuesta: El perdón no exige que nadie, y eso nos incluye también a nosotros, sea diferente de ninguna manera en cualquier momento dado. Cuando alguien es percibido en un estado de miedo, el perdón reconoce el poder de la mente para hacer una elección diferente y “espera” hasta que el otro esté listo o tenga la disposición de elegir de otra manera. Por consiguiente, el perdón es paciente, tal y como el manual lo describe en las características del maestro de Dios: “ Los que están seguros del resultado final pueden permitirse el lujo de esperar, y esperar sin ansiedad. Para el maestro de Dios tener paciencia es algo natural. Todo lo que ve son resultados seguros que ocurrirán en un momento que tal vez aún le sea desconocido, pero que no pone en duda. El momento será tan apropiado como la respuesta” (M.4.VIII.1:1,2,3,4).

Esto se aplica de igual forma a uno mismo. Cualquier sensación de impaciencia en alcanzar la meta de Un Curso de Milagros, o de experimentar la paz del perdón, nos indica que es el ego quién se ha hecho cargo del plan de la expiación, lo cual significa que no es en realidad el plan de la Expiación. Esto le da realidad al error otorgándole poder al ego, exactamente lo opuesto al significado de Expiación. El proceso del perdón que Jesús nos enseña en el Curso es amable. Nos indica que esperemos en lugar de que luchemos para eliminar la resistencia, y que no nos obliguemos a nosotros mismos a pensar o a comportarnos de una forma en la que aún no estamos verdaderamente preparados. Esperamos cuando hacemos lo que Jesús nos indica que hagamos: “Hazte a un lado tranquilamente y deja que la curación se lleve a cabo por ti... Concentra tu mente sólo en esto:... No tengo que hacer nada excepto no interferir” (T.16.I.3:7,9,12).

Nuestra parte en este proceso es muy simple; lo que se nos pide es que observemos al ego operando, reconociendo sus perversos juicios y pensamientos como expresiones del miedo, que esperemos, lo cual quiere decir que no intentemos arreglarlo, cambiarlo o imponerle nuestras soluciones y no lo condenemos como pecado. Entonces permitimos que el Espíritu Santo haga Su parte, lo cual no es sino compartir Su percepción. Ya que somos sumamente hábiles en hacer que nuestras vidas demenciales funcionen de acuerdo con las estrategias invertidas del ego, es muy difícil para nosotros “no interferir.” La mayor parte de nosotros somos grandes “hacedores,” y necesitamos aprender de Jesús a esperar pacientemente.

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