Pregunta# 499: “[El perdón] observa, espera y no juzga” Cuál es aquí el significado de esperar?
Respuesta:
El perdón no exige que nadie, y eso nos incluye también a nosotros, sea
diferente de ninguna manera en cualquier momento dado. Cuando alguien
es percibido en un estado de miedo, el perdón reconoce el poder de la
mente para hacer una elección diferente y “espera” hasta que el otro
esté listo o tenga la disposición de elegir de otra manera. Por
consiguiente, el perdón es paciente, tal y como el manual lo describe en
las características del maestro de Dios: “ Los que están seguros del
resultado final pueden permitirse el lujo de esperar, y esperar sin
ansiedad. Para el maestro de Dios tener paciencia es algo natural. Todo
lo que ve son resultados seguros que ocurrirán en un momento que tal vez
aún le sea desconocido, pero que no pone en duda. El momento será tan
apropiado como la respuesta” (M.4.VIII.1:1,2,3,4).
Esto
se aplica de igual forma a uno mismo. Cualquier sensación de
impaciencia en alcanzar la meta de Un Curso de Milagros, o de
experimentar la paz del perdón, nos indica que es el ego quién se ha
hecho cargo del plan de la expiación, lo cual significa que no es en
realidad el plan de la Expiación. Esto le da realidad al error
otorgándole poder al ego, exactamente lo opuesto al significado de
Expiación. El proceso del perdón que Jesús nos enseña en el Curso es
amable. Nos indica que esperemos en lugar de que luchemos para eliminar
la resistencia, y que no nos obliguemos a nosotros mismos a pensar o a
comportarnos de una forma en la que aún no estamos verdaderamente
preparados. Esperamos cuando hacemos lo que Jesús nos indica que
hagamos: “Hazte a un lado tranquilamente y deja que la curación se lleve
a cabo por ti... Concentra tu mente sólo en esto:... No tengo que hacer
nada excepto no interferir” (T.16.I.3:7,9,12).
Nuestra
parte en este proceso es muy simple; lo que se nos pide es que
observemos al ego operando, reconociendo sus perversos juicios y
pensamientos como expresiones del miedo, que esperemos, lo cual quiere
decir que no intentemos arreglarlo, cambiarlo o imponerle nuestras
soluciones y no lo condenemos como pecado. Entonces permitimos que el
Espíritu Santo haga Su parte, lo cual no es sino compartir Su
percepción. Ya que somos sumamente hábiles en hacer que nuestras vidas
demenciales funcionen de acuerdo con las estrategias invertidas del ego,
es muy difícil para nosotros “no interferir.” La mayor parte de
nosotros somos grandes “hacedores,” y necesitamos aprender de Jesús a
esperar pacientemente.
Link al original aquí.