miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Porqué "las defensas dan lugar a lo que quieren defender"?

Pregunta#562: En el capítulo 17 de Un Curso de Milagros, sección IV, Los dos Cuadros, se explica cómo es que funcionan las defensas. Dice: “Es esencial darse cuenta de que todas las defensas dan lugar a lo que quieren defender. La base subyacente de su eficacia es que ofrecen lo que defienden. Lo que defienden se ha depositado en ellas para mantenerlo a salvo, y conforme operan te lo brindan a ti. Toda defensa opera dando regalos, y los regalos son siempre una miniatura ---montada en marco de oro--- del sistema de pensamiento que la defensa protege. Se trata de un marco muy elaborado, repleto de gemas, y profusamente tallado y pulido. Su propósito es ser valioso en si mismo y desviar tu atención de lo que encierra. Más no puedes tener el marco sin el cuadro. Las defensas operan para hacerte creer que sí puedes” Podrías tener la amabilidad de comentar acerca de esto? Si mi defensa consiste, por ejemplo, en comer a causa del miedo, cómo se relaciona entonces con lo anterior? 

Respuesta: Elegimos las defensas en un intento de controlar nuestro miedo y hacernos sentir mejor y más seguros. Y, sin embargo, la defensa se encuentra simplemente allí, a causa del temor subyacente que que estamos intentando gestionar. Por lo que entonces la defensa, independientemente de la forma que tome, se convierte en un constante recordatorio ---consciente o inconsciente--- del temor subyacente. Esto es algo inherente al sistema de pensamiento dualista del ego, el cual siempre opera dentro de la suposición de la existencia de opuestos, como por ejemplo lo seguro e inseguro. Nunca nos cuestionamos si la premisa subyacente de que podemos ser amenazados es válida, en lugar de eso aceptamos el peligro como la verdad y entonces buscamos protegernos a nosotros mismos de él. (W.pI.135.1,2,3).

En el caso específico de comer en exceso a causa del miedo, en nuestra mente la comida queda equiparada con consolarnos a nosotros mismos o se usa para llenar el agujero que nos hace sentir vacíos y vulnerables. Pero asignarle cualquiera de estos propósitos al comer lo único que hace es reforzar nuestra creencia en el malestar, en el vacío y en la vulnerabilidad. Los alimentos nos ofrecen algo sabroso y satisfactorio (el marco), el cual aparenta hacernos sentir mejor, quizás distrayéndonos de la persistente sensación interior, al menos de manera temporal. Pero el propósito que le hemos asignado de rescatarnos lo establece ahora como un símbolo de lo mismo que estamos tratando de evitar o de escapar ---la culpa y el miedo subyacentes. Y entonces, como un símbolo de eso que oculta, se convierte en un recordatorio de lo que era su propósito salvarnos, ofreciéndonos de esta forma los mismos “regalos” solo que ahora se encuentran ocultos.

Sin embargo, una vez que reconocemos el propósito que le hemos dado al comer, como un consuelo dentro del miedo, al igual que con todos los regalos especiales que el ego nos ofrece, podemos ahora invitar al gran Consolador para que se una a nosotros y le dé a la comida un propósito diferente. La corrección del Espíritu Santo nos ofrece no requiere que dejemos de comer sino que en lugar de eso, usemos la comida como un medio de recordarnos del miedo subyacente que hemos intentado mantener oculto y acorralado mediante el comer. Podemos traer el miedo a nuestra consciencia con el Espíritu Santo y cuestionar la fuente de ese miedo. Ya que el miedo no es otra cosa que la proyección de nuestra culpa, representada por un agujero dentro de nuestro mismísimo ser, acompañado de un sentimiento devastador de vacío, puesto que creemos destruido lo única cosa que verdaderamente puede hacernos sentir completos, plenos y seguros ---el amor. Con el Símbolo del Amor a nuestro lado, podemos comenzar a cuestionar las premisas de nuestro vacío en lugar de seguir intentando llenarlo ---haciéndolo por consiguiente real--- con todos nuestros “substitutos del amor” (W.pI.117.1:3), como por ejemplo, la comida.

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