Pregunta#720:
Durante estas últimas semanas, he comenzado a darme cuenta de la
frecuencia con la que estoy clamando por atención, tratando de hacerme
superior, tratando de denigrar a otros, tratando de resaltar, etc. Todo
esto, aparentemente, es la consecuencia de mi necesidad de sentirme
“especial.” El hecho de que pueda ver esto tan claramente me hace muy
feliz, y el hecho de que no me reprendo a mí mismo cuando me doy cuenta
de lo que estoy haciendo, me hace aún más feliz. Mi pregunta es: ¿Qué
debo hacer una vez que me doy cuenta de esto? Tengo la sensación de que
necesito hacer algo para “cambiarlo,” pero empiezo a conjeturar que esto
es en realidad lo que no debería hacer. Si es así, ¿Qué hago entonces
con estas tomas de conciencia?
Respuesta:
Permanece ahí. Tienes razón en cuanto a que no es necesario cambiar
nada. De hecho, no podemos cambiar las ilusiones que el ego nos pone
delante, y el tratar de hacerlo les da un poder que en verdad no tienen.
Lo único que se requiere es que estemos dispuestos a reconocer las
travesuras del ego por lo que son en realidad (efectos de la elección
que hace la mente a favor de la separación), ver que el propósito que
sirven es el de mantenernos apegados a nuestra identidad corporal, y
pedirle ayuda al Espíritu Santo para hacer otra elección. Esto es
suficiente. El problema es que, con nuestro feroz apego al especialismo,
no siempre vamos a desear la ayuda del Espíritu Santo, puesto que aún
valoramos al especialismo muy por encima de Él. Sin embargo, si
persistes en mirar y en ser consciente, te podrás dar cuenta de cómo
este especialismo es la causa de los sentimientos que van desde un leve
malestar hasta una intensa sensación de culpa, aunque no te estés
juzgando a ti mismo por el especialismo. Ya que el dolor proveniente de
esos sentimientos tiende a volverse insoportable, ello despierta en
nosotros un profundo deseo de sanar, lo cual nos aparta de las tinieblas
de nuestra atracción por el especialismo hacia la luz de quién
verdaderamente somos como el Hijo inocente de Dios.
Es
importante recordar que el haberte vuelto más consciente, tal y como
mencionas, no significa que ahora valores más a tu especialismo, sólo
que ahora lo puedes ver mejor y que te das cuenta de lo que está
haciendo tu ego, y esto es muy significativo. Cuando la mente elige
identificarse con el cuerpo, niega automáticamente su verdadera
identidad como espíritu, obliterando de ésta manera el recuerdo de que
eres espíritu en tu consciencia. Esta es la razón por la que no somos
conscientes de la actividad de elección que está tomando lugar en la
mente, pero sí que podemos darnos cuenta, tal y como describes, de los
efectos que ha tenido la elección que ha hecho la mente. El mirar la
forma específica que nuestra elección a favor de la separación ha tomado
en nuestras relaciones, es lo que provoca y fomenta estas tomas de
consciencia, y esa es la única manera de la que disponemos para aprender
a identificarnos con la mente en lugar de con el cuerpo. Es únicamente
aprendiendo que somos mente como podemos usar su poder para no elegir la
separación. La toma de consciencia que mencionas es un paso muy
importante para salir de la negación, que es una piedra angular en el
sistema de pensamiento del ego. Si el “no ver” es lo que nos mantiene
anclados en el problema de la separación, el “ver” es claramente el
principio de la solución. El ego prospera con la negación; el Espíritu
Santo nos ofrece el que nos demos cuenta. Para poder en última instancia
darnos cuenta del recuerdo del Amor de Dios que se encuentra presente
en nuestra mente, primero tenemos que llegar a ser conscientes de todas
las defensas que hemos erigido contra el Amor. Por lo tanto, lo único
que importa por los momentos es que continuemos mirando sin juicios,
pero con la vigilancia que sí se requiere: “… la vigilancia es esencial,
… no es necesaria a favor de la verdad, pero si es necesaria en contra
de las ilusiones” (T6.V.C8:6,9).
A
medida que continúes con la vigilancia, es importante que recuerdes la
siguiente “sucesión de eventos”: (1) Lo que ves (especialismo, juicios,
proyección) es el efecto de la elección que ha hecho la mente a favor de
la separación. (2) Esta elección es la verdadera causa de todo el dolor
y la angustia en nuestras vidas y en nuestro mundo. (3) La mente tiene
el poder de elegir de manera diferente. El poder ser consciente es, por
lo tanto, “la perla de gran valor” en el plan de estudios que Un Curso
de Milagros nos presenta para que se nos pueda guiar finalmente a tomar
la decisión a favor de Dios.
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