martes, 5 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: Acerca de los impulsos milagrosos

Pregunta# 344:  En Un Curso de Milagros, T.1.VII.1, podemos leer: “Tus percepciones distorsionadas producen una densa envoltura alrededor de los impulsos milagrosos, dificultándoles el que lleguen a tu consciencia. La confusión de los impulsos milagrosos con los impulsos físicos es una de las distorsiones básicas de la percepción.  Los impulsos físicos son impulsos milagrosos mal canalizados. Todo placer real procede de hacer la Voluntad de Dios. Esto es así porque no hacer Su Voluntad es una negación del Ser.” He leído una pregunta/respuesta similar que se ha posteado en relación a los impulsos sexuales… pero mis preguntas son ligeramente distintas y necesito ayuda para entender estas frases a las que anteriormente hice referencia: Es esto una manera distinta de decir que el tomador de decisiones ---término acuñado por Ken Wapnick para designar a la capacidad y/o parte de nuestra mente que elige entre el sistema de pensamiento del ego o del Espíritu Santo--- está constantemente eligiendo entre la mente correcta y la mente errada, el Espíritu Santo y el ego? Si un milagro es perdón, o un recordatorio de que lo que perciben/ven los ojos del cuerpo es falso, entonces, es un impulso milagroso parte de un proceso correctivo de Jesús/Espíritu Santo en nuestra mente?

Respuesta: Si, tu explicación es buena. Puede ser de ayuda clarificar además el porqué Jesús se refiere a los “impulsos físicos” como “impulsos milagrosos mal canalizados” y cómo nuestras “percepciones distorsionadas… envuelven densamente los impulsos milagrosos.” Hemos sido creados para estar en perfecta y continua dicha, y la mente dividida, a pesar de sus creencias erradas acerca de quién ella es, todavía recuerda indirectamente ese estado de felicidad, principalmente porque está agudamente consciente de que se encuentra  desesperadamente infeliz. Así, se ve empujada a buscar un estado de paz y dicha  ---nuestro estado natural--- al cual regresar.

El impulso milagroso, o la tendencia a elegir un milagro, está motivado por el  reconocimiento de que en nuestro aparente estado de separación no somos felices y de que merecemos más de lo que presentemente nos encontramos experimentando. Pero más que eso, el milagro nos guía al reconocimiento de que la privación que experimentamos es auto-impuesta, es decir, que es el reflejo de una elección que hemos hecho. El milagro es una tendencia natural de la mente, ya que es un paso en el regreso de la mente a su estado natural de complexión y paz, dejando atrás todo el conflicto. El milagro le recuerda a la mente que es mente, o causa, y no cuerpo o efecto (T.28.II.9:3).  Así que los  impulsos milagrosos son pensamientos de Corrección, los cuales se representan en nuestra mente recta por el Espíritu Santo, y que nos recuerdan que lo que pensamos que ha sucedido ---la separación del amor y todo el dolor y culpa subsiguientes--- no han sucedido en absoluto. Ese reconocimiento, cuando es abrazado por completo, es el fin del ego y de su expresión simbólica, nuestro ser individual.

Por lo que el ego, siendo incapaz de suprimir lo que motiva el impulso milagroso ---nuestro deseo de regresar a nuestro estado de paz y dicha natural--- tiene entonces que distorsionarlo y disfrazarlo para que no podamos recordar el papel que jugamos en lo que estamos experimentando. Ya que si verdaderamente lo recordáramos, no permaneceríamos identificados con el ego y con la separación por mucho tiempo. Así, para impedir que cambiemos de mentalidad al respecto, el ego no nos pide que neguemos nuestro estado de infelicidad, pero mirado a través de su lente distorsionada de la percepción, nos convence de que nuestra infelicidad no tiene nada que ver con ninguna elección que hayamos hecho sino con el resultado de haber nacido como un cuerpo indefenso en un mundo sobre el cual no tenemos ningún control. El ego reconoce la infelicidad y el conflicto que experimentamos, pero nos guía a que miremos fuera de nosotros ---en otras palabras, hacia el mundo--- en lugar de mirar dentro en busca de la paz, la dicha y el amor. La búsqueda externa está destinada a fracasar porque niega Quien somos en realidad y cuál es la Fuente real de nuestra felicidad. No obstante, cuando buscamos placer para el cuerpo --- el cual hemos erróneamente identificado como nuestra identidad--- en cualquiera de sus formas, la búsqueda se encuentra  aún motivada por el reconocimiento (aunque inconsciente) de que la felicidad es nuestro estado natural. Este es el mismo reconocimiento del cual emerge el impulso milagroso, pero la búsqueda está mal encaminada. Y toda  búsqueda en el mundo, debido a que refuerza nuestra creencia en la separación negando la única Identidad en la cual se encuentra la dicha real, tiene que desembocar en dolor. De esta manera, Jesús concluye que “todo placer real viene [únicamente] de hacer la Voluntad de Dios.”

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