Pregunta#635:
Escribiste esta respuesta a una pregunta previa: “Tal y como el Curso
nos recuerda con claridad y en muchas ocasiones, nuestra función es
perdonar. Practicamos el perdón al reconocer todos los pensamientos no
amorosos y juicios que pudiéramos tener y pedimos ayuda al Espíritu
Santo para que los transforme. Cuando hacemos esto, el Curso nos dice:
'Hazte a un lado tranquilamente y deja que la curación se lleve a cabo
por ti. Mantén un sólo pensamiento en la mente y no lo pierdas de vista,
por muy grande que sea la tentación de juzgar cualquier situación, y de
determinar tu reacción basándote en los juicios que has hecho de la misma. Concentra tu mente sólo en esto: No
estoy solo, y no quiero imponer el pasado a mi Invitado. Lo invité y Él
está aquí. No tengo que hacer nada excepto no interferir.” (Pregunta #418).
Para
mí el párrafo anterior resume por completo todo el mensaje de Un Curso
de Milagros. Mi pregunta/problema/dilema es: ¿Cómo podemos “no hacer
nada y no interferir”? Para decirlo como lo haría Ken, en lo que en
verdad nos tenemos que concentrar es en “quitarnos a nosotros mismos del
medio,” pero esto es de poca utilidad si no se nos da una idea de cómo.
Tengo la impresión de que si la aplicación de ésta instrucción dada por
Jesús, se lleva a cabo a la perfección, la salvación sería su rápida
consecuencia. Simplemente no habría ya nada que hacer. Pero no sé cómo,
en términos prácticos, abordar el “no hacer nada” y “no interferir.”
Respuesta:
Nuestra propia identidad individual está tan arraigada en el actuar y
en el hacer con el cuerpo que es altamente probable que malinterpretemos
lo que Jesús nos pide aquí. Él no está interesado en lo más mínimo en
lo que podría estar haciendo (o no haciendo) el cuerpo, ya que el cuerpo
es por siempre un efecto de nuestros pensamientos en la mente. Pero
está sumamente interesado en nuestra mente (T.4.IV.2:9), ya que es en
ella donde reside todo nuestro poder de elegir.
Así
que la respuesta al cómo hacernos a un lado se encuentra en realidad
inmersa en las líneas que citaste anteriormente: “Practicamos el perdón
al reconocer todos los pensamientos no amorosos y juicios que pudiéramos
tener y pedimos ayuda al Espíritu Santo para que los transforme,” ésta
es nuestra parte ---reconocer nuestros pensamientos del ego, los cuáles
siempre involucran nuestra propia interpretación de las situaciones
basada en que se estén cumpliendo o no nuestras necesidades personales.
Esto abarca casi a la totalidad de los pensamientos que tenemos al día! Y
es ahí donde se encuentra el desafío ---en reconocer estos pensamientos
y tener entonces la humildad de reconocer que podríamos estar
equivocados acerca de lo que necesitamos, Ya que todos los pensamientos
acerca de nuestras necesidades personales son expresiones específicas de
nuestra decisión de hacer que el pasado ---el pensamiento de la
separación--- se mantenga vivo en nuestras mentes para poder creer
entonces que estamos solos y carentes.
Es
obvio que mientras nos estemos identificando con nuestros cuerpos,
tendremos necesidades. No se nos está pidiendo que las neguemos. Pero
cuando abriguemos un pensamiento que justifique la ira, el ataque, el
estar alterado cuando nuestras necesidades no estén satisfechas o,
sensaciones triunfales y satisfacción cuando obtenemos lo que deseamos,
estamos en realidad haciendo una interpretación que está activamente
interfiriendo con la expresión de la verdad interior de Quien somos en
realidad. Es con respecto a este “hacer” a lo que Jesús nos pide que
dejemos a un lado dentro de nuestra mente, para que así podamos estar
abiertos y despejar los canales para su amor. Cuando hayamos retirado
toda la inversión que hemos puesto en la interpretación acerca de quién
somos que hace el ego y acerca de lo que necesitamos, la salvación será
nuestra. Es únicamente nuestra resistencia a retirarle la inversión al
ego lo que la está demorando su llegada.
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