miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Cómo debería responder al miedo que siento mientras trabajo con el libro de ejercicios?

Pregunta #533: He sido estudiante de Un Curso de Milagros desde hace 10 años, con algunas interrupciones durante ese período. Me encuentro haciendo las lecciones por segunda vez y, aparentemente, ahora están revolviendo más en el fango que la primera vez que las hice en cuanto a experiencias de miedo se refiere. Ya has respondido muchas preguntas acerca del miedo y tengo la esperanza que tengas algunas respuestas de eficacia comprobada acerca de cómo lidiar con esto. 

Respuesta: Quizás una de las cosas más útiles que podemos recordar al lidiar con nuestro miedo es que siempre es el resultado de una elección, independientemente de que nuestra experiencia pudiera estar diciéndonos lo contrario. Aquí hay algunos de los muchos pasajes del Curso que dejan esto muy en claro: Hablando del ego y del Espíritu Santo, “sólo puedes escoger entre estos dos guías, y los únicos resultados que pueden proceder de tu elección son el miedo que el ego siempre engendra o el amor que el Espíritu Santo siempre ofrece para reemplazarlo” (W.pI.66.7:5). “Nadie puede estar afligido, sentir temor o creer que está enfermo a menos que eso sea lo que desea” (W.pI.152.1:3). Y “¿No es acaso un propósito loable ayudar al bienamado Hijo de Dios a escapar de los sueños de maldad, que aunque sólo son fabricaciones suyas, él cree que son reales? ¿Quién podría aspirar a más, mientras parezca que hay que elegir entre el éxito y el fracaso, entre el amor y el miedo? (W.I.200.6:5,6).

La mayor parte del tiempo, la elección es inconsciente, pero una de las metas del Curso es ayudarnos a volvernos más conscientes de esa decisión, para que podamos hacer otra elección. Y una de las maneras de elegir más conscientemente es entender porqué elegiríamos tener miedo. El miedo le es muy útil al propósito del ego, ya que valida la realidad de la separación en nuestra experiencia. El miedo reafirma mi existencia como un ser separado, amenazado por fuerzas externas a mi mismo. Este sentimiento niega la posibilidad de que yo sea uno con mi Fuente, más allá de lo cual no existe nada más. En realidad no es importante a qué le atribuya yo mi miedo, siempre y cuando no cuestione la realidad del peligro para mi mismo.

Aunque nuestra experiencia de miedo es hacia toda clase de fuerzas aparentemente externas en el mundo fuera de nosotros, el Curso deja claro que todo esto es meramente el resultado de la proyección del miedo al castigo que se encuentra enterrado en nuestras mentes ---una muerte segura--- que creemos merecer por haber atacado a Dios y destruido el Cielo. Y el miedo más profundo ---una vez que comenzamos a aceptar que hemos fabricado el miedo al castigo y a la muerte en una alianza con nuestro ego para mantenernos inconscientes de ser una mente y que en realidad nos sentimos atraídos hacia este miedo (T.19.IV.B,C)--- es el miedo al amor. Ya que en presencia del amor total, no existen diferencias, distinciones ni identidades individuales.

Nuestro miedo al amor es el tema en un cierto número de pasajes, pero en ningún otro lugar del Curso está tan bien presentado como al comienzo de la sección de El Miedo a la Redención: “Hemos dicho que nadie toleraría al miedo si lo reconociese. Pero en tu trastornado estado mental no le tienes miedo al miedo. No te gusta, pero tu deseo de atacar no es lo que realmente te asusta. Tu hostilidad no te perturba seriamente. La mantienes oculta porque tienes aún más miedo de lo que encubre. Podrías examinar incluso la piedra angular más tenebrosa del ego sin miedo si no creyeses que, sin el ego, encontrarías dentro de ti algo de lo que todavía tienes más miedo. No es de la crucifixión de lo que realmente tienes miedo. Lo que verdaderamente te aterra es la redención.

Bajo los tenebrosos cimientos del ego yace el recuerdo de Dios, y de eso es de lo que realmente tienes miedo. Pues este recuerdo te restituiría instantáneamente al lugar donde te corresponde estar, del cual te has querido marchar. El miedo al ataque no es nada en comparación con el miedo que le tienes al amor. Estarías dispuesto incluso a examinar tu salvaje deseo de dar muerte al Hijo de Dios, si pensases que eso te podría salvar del amor. Pues este deseo causó la separación, y lo has protegido porque no quieres que ésta cese” (T.13.III.1:4:2,3,4,5,6,7,8,9,10,11; 2:1,2,3,4,5).

Así que es de utilidad estar informado acerca de la profundidad de nuestro miedo, pero también queremos reconocer que, en nuestras mentes, este miedo sirve como una poderosa defensa, al proteger la identidad a la que nos aferramos mientras aún estamos muy asustados como para poderla soltar. Tal y como Jesús nos asegura, “No tengas miedo de ser abruptamente arrojado a la realidad” (T.16.VI.8:1). Por lo que, a medida que avances a través de las capas de tu miedo, recuerda de incluir a Jesús para mirar contigo en ese proceso, ya que su presencia es un recordatorio de que el miedo es una elección, que sirve a un propósito de mucha utilidad para el ego y, lo más importante, todas las razones de nuestro miedo son fabricaciones y no están basadas en nada real. Aún no creemos esto, pero Jesús sabe que es así.

Has mencionado que el tópico del miedo se ha elaborado en varias preguntas. Aquí hay algunas de ellas: #95, #242, #267, #355 y #384.

Link al original aquí.