martes, 5 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Porqué parezco ser tan propenso a los accidentes y tan lento para recuperarme?

Pregunta #416: En los dos últimos años, me he visto envuelto en tres accidentes de coche, ninguno de los cuales fue por "mi culpa." Como resultado, hasta la fecha sigo padeciendo de latigazos cervicales y que, a pesar de que han sido aliviados mediante a la medicación y la psicoterapia, aun no he podido regresar a mi previa condición saludable. Yo creo que aquí hay más de lo que parece y que la curación está dentro de mi control/poder. Agradecería mucho cualquier aportación que quisieras hacer acerca de la "razón" de estos aparentes accidentes y acerca de la sanación de estas lesiones. Podrías arrojar algo de luz en esta situación, desde el punto de vista de Un Curso de Milagros?

Respuesta: Este es uno de los aspectos más difíciles de comprender y aceptar que tiene la teoría del Curso, eso es así ya que siempre intentamos entender lo que el Curso está diciendo desde la perspectiva del homo sapiens, olvidándonos de que el propósito que tiene el ego para el homo sapiens es que el Hijo de Dios pueda permanecer inconsciente de su mente y por siempre sumido en el olvido de la dinámica que sostiene y motiva "la vida" en el mundo, asegurándose que nunca se dé cuenta de que sus experiencias son el resultado de su propia elección. El mundo "nunca fue, ni es, ni tampoco será lo que te imaginas" tal como Jesús le dijo una vez a Helen (los Dones de Dios, p 117)---citando quizás a Platón. Así que es importante recordar que el Hijo de Dios no es un homo sapiens ni un cerebro; el Hijo de Dios se equipara con la mente.

En "Somos responsables de lo que vemos" Jesús establece: "No te engañes por más tiempo pensando que eres impotente ante lo que se te hace... Es imposible que el Hijo de Dios pueda ser controlado por sucesos externos a él. Es imposible que el mismo no haya elegido las cosas que le suceden" (T.21.II.2:6;3:1,2). Y en esa misma sección, Jesús nos ofrece algún entendimiento del porqué (como mentes tomadoras de decisión, fuera del espacio y del tiempo) elegiríamos sufrir: " Si sufres es porque decidiste [como mente] que tu meta era el pecado. Si eres feliz, es porque pusiste tu poder de decisión en manos de Aquel que no puede sino decidir en favor de Dios por ti" (T.21.II.3:5,6). El pecado, que siempre se equipara con la separación en Un Curso de Milagros, es por consiguiente un factor motivador: todo sufrimiento demuestra que la separación es la realidad. Otro factor motivador se nos presenta unos párrafos más adelante: "Nada que tu creador no haya creado puede ejercer influencia alguna sobre ti. Y si crees que lo que hiciste [el cuerpo] puede dictarte lo que debes ver y sentir, y tienes fe en que puede hacerlo, estás negando a tu creador y creyendo que tu te hiciste a ti mismo. Pues si crees que el mundo que construiste tiene el poder de hacer de ti lo que se le antoje, estás confundiendo Padre e Hijo, Fuente y efecto" (T.21.II.11:3,4,5). Cada vez que nos sentimos víctimas de eventos y accidentes, estamos siendo motivados por esta ancestral y oculta cruzada para usurpar el poder de Dios como Creador y reclamar Su Poder exclusivamente para nosotros. Esto suena monstruoso y tampoco encontramos nada dentro de nuestra experiencia que pueda validar esto. Pero Jesús dice de muchas formas distintas en todo el Curso que no deberíamos confiar en nuestras experiencias o en nuestras percepciones, hasta que no sean ya las nuestras sino las suyas desde fuera del sueño. Así, de manera demente, nosotros (como mente) confirmamos nuestra existencia y autonomía entregándonos nosotros mismos a fuerzas aparentemente fuera de nuestro control.

Una vez más, la mente que toma la decisión fuera del espacio y del tiempo no es un ser humano ni un cerebro. Esto es imposible de concebir para nosotros, pero como tal, la mente puede expresar su intención en cualquier número de formas distintas, una de las cuales es mediante aparentes y distintas entidades separadas envueltas de manera colectiva en eventos y situaciones. La pregunta # 37 explica esto en profundidad, específicamente los "votos secretos" que hemos hecho para poder ser heridos a manos de otros (T.28.VI.4,5). Finalmente, los "accidentes" que involucran a varias personas son la representación externa de una decisión tomada en la mente. La estrategia del ego es mantener la separación de Dios como algo real al mismo tiempo que proyecta la responsabilidad por ello, todo es llevado a cabo con tremenda efectividad en estos escenarios humanos donde la gente sufre como víctimas inocentes de tragedias y accidentes. Sin minimizar el dolor de la gente, cuando estas tragedias, accidentes y catástrofes son vistas desde una perspectiva externa del sueño, podemos darnos cuenta que no son otra cosa que una cortina de humo que tiene el propósito de ocultar nuestra identidad como mentes tomadoras de decisión y, así, asegurar que nunca nos daremos cuenta que no hacemos sino seguir el camino que hemos elegido (W.pI.166.6)y, por consiguiente, esconder el hecho de que podemos hacer otra elección.

La curación de las lesiones del accidente, sigue en la línea de cualquier otro tipo de curación; digamos, tu enfoque sería acerca de qué maestro estás eligiendo para que te sirva de guía en tu proceso de recuperación. La verdadera sanación es siempre la aceptación de la Expiación ---que la separación en realidad nunca sucedió. Y avanzamos hacia esa meta final buscando en nuestras mentes todas las formas en las que aún apoyamos la separación y los intereses separados. Interactuar con los doctores y con las personas que te estén ayudando te proveen de una maravillosa oportunidad de unión en términos de intereses compartidos. Y ya que todas las formas de enfermedad y de dolor son también defensas que te "protegen" de tu Identidad como espíritu, tu también quieres ser un paciente con paciencia, respetuoso de tu miedo de regresar al Hogar que nunca abandonaste en realidad. Tu solo quieres ser amable contigo mismo, con el amor de Jesús a tu lado, aceptándote donde estás y soltando cualquier culpa que te tiente a juzgarte a ti mismo o a los demás.

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