miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Qué puedo hacer con un comportamiento sexual compulsivo?

Pregunta#598: Yo siento que soy adicto a la masturbación y, aunque frecuentemente hablo con Jesús acerca de ello, aún aparenta representar un problema. Qué puedo hacer? 

Respuesta: Es únicamente nuestro ego quién querría hacernos pensar que tenemos un problema respecto a lo que hacemos con nuestros cuerpos. Pero eso nunca es el problema. Recordemos que Jesús nos anima repetidamente a recordar que la única pregunta que debemos aprender a plantearnos nosotros mismos acerca de cualquier cosa es: “¿Para qué es? ¿Qué propósito tiene? (por ejemplo, ver: T.4.V.6:6,7,8,9,10,11; T.17.VI.2:1,2,3; T.24.VII.6:1,2,3; W.pI.96:6).

También tenemos “adicciones” a respirar, a comer, a beber y es nuestro ego el que está interesado en establecer diferencias entre los diversos aspectos de nuestro comportamiento. El sexo es uno de los símbolos más poderosos de la culpa dentro del sueño y ciertamente es muy efectivo en cuanto a mantener a la mente preocupada con los “pecados” del cuerpo, con el propósito de que la mente continúe en conflicto y se olvide de ver a la falsa creencia subyacente acerca del pecado que se encuentra en la mente ---el pecado de la separación. Cualquier cosa que aparente dar placer, nos dice el ego, es simplemente una prueba más de que hemos sustraído de Dios lo que no nos merecemos en realidad. ¿Porqué sino podríamos suponer que nuestro lenguaje adjudica comúnmente a los placeres los calificativos de secreto, culpable, sustraído y prohibido?

Ahora bien, si el comportamiento compulsivo ---sexual o de cualquier otra índole--- está interfiriendo con tus relaciones o con el cumplimiento de las responsabilidades básicas en tu vida, te interesa mirar el significado que le estás otorgando a ese comportamiento en particular --- el ser una justificación para reforzar tu creencia subyacente en ser inadecuado, falto de valor y culpable. Para decirlo nuevamente, no es el comportamiento en si mismo lo que consiste el problema sino el propósito que le estás otorgando en tu mente. Es ahí donde en realidad tienes que comenzar. Una vez que te haces consciente de su propósito y del costo en términos de la pérdida de paz que tiene en tu mente, podrás sentirte motivado a efectuar cambios a nivel de comportamiento, pero no ya desde una posición de culpa, de miedo o de coacción ---que son las típicas motivaciones basadas en el ego. Jesús no quiere privarnos de ninguna de nuestras relaciones especiales ni de sus pequeños placeres. A lo largo de Un Curso de Milagros, él nos enseña que quiere que reconozcamos que el “único placer verdadero proviene de hacer la Voluntad de Dios” (T.1.VII.1:4), lo cual significa en este mundo el practicar el perdón ---hacia nosotros mismos y hacia los demás.

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