miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Qué debería aprender de una situación repetitiva?

Pregunta#508: De acuerdo con las enseñanzas de Un Curso de Milagros, cómo llego a entender la lección que tengo que aprender de una situación que no deja de repetirse y que cada vez es más difícil? Es acaso que no he logrado dar en la clave, o incluso, será que tengo que considerar esta situación como una lección para toda la vida y así renunciar a la esperanza de que no vuelva a repetirse? 

Respuesta: Cualquier situación que aparente ser difícil y que es recurrente en nuestras vidas es simplemente una lección de perdón que tenemos aún que aceptar. Y qué significa esto? Que existe una auto-condena de culpa que aún no estamos dispuestos a mirar por lo que tiene que proyectarse nuevamente afuera de nosotros y así, la culpa y el dolor, tienen una aparente causa externa y no una interna. Las formas que esas proyecciones toman son las relaciones específicas que en nuestras vidas parecen producirnos angustia y dolor. En lugar de verlas como situaciones a ser superadas o con suerte, a ser evadidas en el futuro, el Curso nos invita a que las contemplemos como nuestra función especial, la forma particular en la cual aprendemos que nuestro hermano está libre de culpa y, por consiguiente, nosotros somos igualmente inocentes. (T.25.VI.4,5,6,7; T.25.VII.7,8,9).

Con respecto a que la forma específica de la lección “... se adapta a tus necesidades particulares, y al tiempo y lugar concretos en los que crees encontrarte” aunque “el contenido es [siempre] el mismo” (T.25.VII.7:3,2); ten en cuenta que lo que esto simplemente quiere decir es que la forma es la que el ego originalmente fabricó con el propósito de que nos podamos sentir a merced de algo o de alguien más, así que la responsabilidad por cómo nos sentimos pueda ahora ser atribuida a la situación externa. Y si fuimos capaces en nuestra vida de escapar de esa situación de una manera u otra, dicha situación simplemente reaparecerá de forma diferente (una “nueva” relación), ya que siempre estamos reflejando lo que interiormente aún se nos tiene que sanar.

La situación concreta representa una expresión particular de alguna creencia específica acerca de la separación de Dios que aún estamos abrigando inconscientemente ---traición, abandono, rechazo, pérdida, insuficiencia etc. Y detrás de cada uno de esos pensamientos, permanece la auto-condena ---ya que esto es lo que creemos haberle hecho a Dios cuando preferimos nuestro ser individual en lugar de Su Amor. Así que, si podemos identificar la falta de perdón o juicio asociada con cada repetición de la situación problemática, el paso que sigue es estar dispuesto a aceptar la responsabilidad de ese pensamiento sin condenarnos a nosotros mismos, esto es, con “...la percepción benévola que el Espíritu Santo tiene del deseo de ser especial: valerse de lo que tu hiciste para sanar en lugar de hacer daño” (T.25.VI.4:1). Y es en este proceso de mirar sin juzgar cuando somos liberados de la culpa interna que ha estado nutriendo las proyecciones externas. Quiere esto decir que la situación externa dejará de producirse? No necesariamente. Pero si quiere decir que no la interpretaremos más en términos personales, esto es, no nos sentiremos victimizados o a su merced al estar aprendiendo a reconocer que nada externo a nosotros puede afectarnos.

En las propias palabras de Jesús al final del texto: “Las pruebas por las que pasas no son más que lecciones que aún no has aprendido que vuelven a presentarse de nuevo a fin de que donde antes hiciste una elección errónea, puedas ahora hacer una mejor y escaparte así del dolor que te ocasionó lo que elegiste previamente. En toda dificultad, disgusto o confusión, Cristo te llama y te dice con ternura: “hermano mío, elige de nuevo.” Él no dejaría ninguna fuente de dolor sin sanar, ni ninguna imagen que, como un velo, pueda ocultar a la verdad. Él removerá toda miseria de ti a quién Dios creó como un altar de la dicha. No te dejará desconsolado, ni solo en sueños infernales, sino que liberará a tu mente de todo lo que te impide ver Su faz” (T.31.VIII.3:1,2,3,4,5).

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