Pregunta#508:
De acuerdo con las enseñanzas de Un Curso de Milagros, cómo llego a
entender la lección que tengo que aprender de una situación que no deja
de repetirse y que cada vez es más difícil? Es acaso que no he logrado
dar en la clave, o incluso, será que tengo que considerar esta situación
como una lección para toda la vida y así renunciar a la esperanza de
que no vuelva a repetirse?
Respuesta:
Cualquier situación que aparente ser difícil y que es recurrente en
nuestras vidas es simplemente una lección de perdón que tenemos aún que
aceptar. Y qué significa esto? Que existe una auto-condena de culpa que
aún no estamos dispuestos a mirar por lo que tiene que proyectarse
nuevamente afuera de nosotros y así, la culpa y el dolor, tienen una
aparente causa externa y no una interna. Las formas que esas
proyecciones toman son las relaciones específicas que en nuestras vidas
parecen producirnos angustia y dolor. En lugar de verlas como
situaciones a ser superadas o con suerte, a ser evadidas en el futuro,
el Curso nos invita a que las contemplemos como nuestra función
especial, la forma particular en la cual aprendemos que nuestro hermano
está libre de culpa y, por consiguiente, nosotros somos igualmente
inocentes. (T.25.VI.4,5,6,7; T.25.VII.7,8,9).
Con
respecto a que la forma específica de la lección “... se adapta a tus
necesidades particulares, y al tiempo y lugar concretos en los que crees
encontrarte” aunque “el contenido es [siempre] el mismo”
(T.25.VII.7:3,2); ten en cuenta que lo que esto simplemente quiere decir
es que la forma es la que el ego originalmente fabricó con el propósito
de que nos podamos sentir a merced de algo o de alguien más, así que la
responsabilidad por cómo nos sentimos pueda ahora ser atribuida a la
situación externa. Y si fuimos capaces en nuestra vida de escapar de esa
situación de una manera u otra, dicha situación simplemente reaparecerá
de forma diferente (una “nueva” relación), ya que siempre estamos
reflejando lo que interiormente aún se nos tiene que sanar.
La
situación concreta representa una expresión particular de alguna
creencia específica acerca de la separación de Dios que aún estamos
abrigando inconscientemente ---traición, abandono, rechazo, pérdida,
insuficiencia etc. Y detrás de cada uno de esos pensamientos, permanece
la auto-condena ---ya que esto es lo que creemos haberle hecho a Dios
cuando preferimos nuestro ser individual en lugar de Su Amor. Así que,
si podemos identificar la falta de perdón o juicio asociada con cada
repetición de la situación problemática, el paso que sigue es estar
dispuesto a aceptar la responsabilidad de ese pensamiento sin
condenarnos a nosotros mismos, esto es, con “...la percepción benévola
que el Espíritu Santo tiene del deseo de ser especial: valerse de lo que
tu hiciste para sanar en lugar de hacer daño” (T.25.VI.4:1). Y es en
este proceso de mirar sin juzgar cuando somos liberados de la culpa
interna que ha estado nutriendo las proyecciones externas. Quiere esto
decir que la situación externa dejará de producirse? No necesariamente.
Pero si quiere decir que no la interpretaremos más en términos
personales, esto es, no nos sentiremos victimizados o a su merced al
estar aprendiendo a reconocer que nada externo a nosotros puede
afectarnos.
En
las propias palabras de Jesús al final del texto: “Las pruebas por las
que pasas no son más que lecciones que aún no has aprendido que vuelven a
presentarse de nuevo a fin de que donde antes hiciste una elección
errónea, puedas ahora hacer una mejor y escaparte así del dolor que te
ocasionó lo que elegiste previamente. En toda dificultad, disgusto o
confusión, Cristo te llama y te dice con ternura: “hermano mío, elige de
nuevo.” Él no dejaría ninguna fuente de dolor sin sanar, ni ninguna
imagen que, como un velo, pueda ocultar a la verdad. Él removerá toda
miseria de ti a quién Dios creó como un altar de la dicha. No te dejará
desconsolado, ni solo en sueños infernales, sino que liberará a tu mente
de todo lo que te impide ver Su faz” (T.31.VIII.3:1,2,3,4,5).
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