miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: Experimentando constantes diálogos internos acerca de la ira

Pregunta#431: He estado estudiando e intentando practicar Un Curso de Milagros durante 13 años y he tenido mis momentos de paz. Ultimamente, he podido darme cuenta de que tengo un diálogo interno. Por ejemplo, si me encuentro en una situación donde se me está verbalmente atacando, antes de reaccionar, conscientemente me detengo y se inicia un diálogo acerca de lo que el Curso diría, como “la ira nunca está justificada” o “tengo que haber elegido equivocadamente.” Esto me da una pausa para “pensar” qué elegir. La ira puede permanecer por un tiempo, y probablemente le esté cediendo mucho de mi energía, pero al cabo de un tiempo sencillamente desaparece y me encuentro más en paz. Este diálogo constante es severo conmigo a pesar de que he tenido éxito. Sencillamente no sé qué es lo que está sucediendo.

Respuesta: De tu descripción da la impresión de que estás sencillamente haciendo lo que el Curso te pide que hagas. Después de todo, este es un Curso de entrenamiento mental, un Curso en revertir el pensamiento. Por lo tanto, habrá cambios en la manera en la que reacciones a las situaciones. Eso es algo positivo. El re-entrenamiento de tu mente contempla que te des cuenta de a cuál maestro has elegido seguir y que observes que tus reacciones sencillamente son la consecuencia de esa elección. Volverte consciente de un principio del Curso o de una frase en él, no quiere decir necesariamente que eliges seguir al Espíritu Santo, pero, por otro lado, el hecho de que te estés preguntado qué es lo que diría el Curso es un indicador de que en ese instante no estás totalmente identificado con tu ego. Esto es progreso y a medida que continúes haciendo esto más y más, se va a volver algo natural para ti. Este es un  proceso gradual para soltar una manera de pensar y reaccionar y reemplazarla con otra. Esto puede sacarte de balance un tiempo, por lo que no debes intentar forzar nada. Simplemente se amable y paciente y recuérdate a ti mismo que estás deshaciendo algo que nunca sucedió en primer lugar. Estás en el proceso de reemplazar el ser de tu mente errada con el de tu mente recta, un ser que se mostrará menos furioso, crítico, arrogante y más compasivo, tranquilo y humilde. Como dicen las lecciones una y otra vez, pedir la ayuda de Jesús o del Espíritu Santo a medida que escudriñas tu mente para observar ---y no cambiar--- los pensamientos de tu ego en acción, es tu única responsabilidad. “Y lo que tú eres te hablará de Si Mismo” (T.31.V.17:9).

A medida que progresas en esto, puedes permitirte dar el paso siguiente de indagar porqué tienes ira en primer lugar. Ya que como sabes, la ira es una defensa. Nos enfurecemos acerca de lo que alguien ha hecho de modo que podamos seguir manteniendo nuestra atención enfocada fuera de nosotros. Nuestro verdadero problema es la culpa y el auto-odio resultantes de acusarnos a nosotros mismos de haber destruido el amor con la finalidad de obtener nuestra propia existencia y nuestro propio mundo aparte del Cielo. Para evitar tener que encararnos con eso, entonces la culpa y el auto-odio se proyectan y así los podemos ver en otros, sintiendo que nuestra ira está perfectamente justificada. “Aprende esto, y apréndelo bien,” dice Jesús, “pues con ello la demora en experimentar felicidad se acorta por un tramo de tiempo que ni siquiera puedes concebir: nunca odias a tu hermano por sus pecados, sino por los tuyos. Sea cual sea la forma que sus pecados parezcan adoptar, lo único que hacen es nublar el hecho de que crees que son tus propios pecados y, por lo tanto, que el “ataque” es su justo merecido” (T.31.III.1:4,5,6). Así que hasta que no comiences a pedir ayuda para lidiar con la verdadera causa de la ira, su patrón de ir y venir no cambiará. Cuando sea deshecha la culpa en tu mente, únicamente queda la paz; y entonces nada ni nadie podrá hacer o decir algo que afecte esta paz.

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