miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Cómo hacemos para mirar dentro?

Pregunta #474: En relación con la pregunta #258, cómo hacemos específicamente para “mirar dentro”? Podrías dar un ejemplo específico del proceso de “mirar dentro” ilustrándolo con ese ejemplo? Hablamos nosotros con Jesús? Qué es lo que hacemos? Cómo “permitimos que la luz del verdadero perdón brille sobre nuestra culpa”? 

Respuesta: Quizás el proceso de mirar dentro se torna más claro cuando se tiene en cuenta qué es lo que debe corregir y con qué tiene que ser contrastado. El ego siempre hará que miremos afuera ---ya que su propósito es que veamos todos nuestros problemas relacionados con algo externo ---nuestro propio cuerpo y personalidad en relación con otros cuerpos y eventos, en el pasado presente o futuro. Y así entonces “el perdón” se enfoca siempre en lo que alguien nos ha hecho o ha dejado de hacernos. Incluso nuestra propia culpa, de acuerdo con el ego, emana de cosas que nosotros ---o alguien más--- hemos hecho o fracasado en hacer (incluyendo la noción del pecado original del Cristianismo, el cual todos hemos supuestamente heredado como consecuencia de la pecaminosa desobediencia de nuestros primeros padres. Adán y Eva). Esta gran miríada de formas de mirar afuera constituyen la defensa del ego para mantenernos inconscientes de que tenemos una mente para mirar dentro. No es nada sorprendente entonces que pidas una aclaratoria de lo que “mirar dentro” significa.

Aunque no constituyan el problema real, nuestras aparentes reacciones a lo externo, tales como nuestra ira a lo que alguien más nos ha hecho, resultan unos primeros pasos muy útiles en el proceso de mirar dentro, ya que tales reacciones son las señales que nos alertan de la existencia de algo dentro que tiene que ser contemplado, si es que estamos dispuestos a soltar al ego como nuestro maestro y aceptar al Espíritu Santo como nuestro Guía. Mirar dentro significa que retiramos todas nuestras proyecciones dejando de responsabilizar a lo externo por como nos sentimos y esto incluye tanto a nuestro propio cuerpo como el de la otra persona. Y entonces, miramos a nuestra disposición de aceptar que todo lo que sentimos emana de la culpa acerca de una decisión escondida en nuestra mente, de valorarnos más que cualquier otro o que cualquier otra cosa, independientemente de cuál sea su costo. Es con alguna variante de este pensamiento específico con lo que tenemos que entrar en contacto.

Puede ser de ayuda hablar con Jesús o pensar que él o el Espíritu Santo ---o alguna otra presencia libre de prejuicios--- se encuentra a nuestro lado, mirando con nosotros a medida que descubrimos nuestro ser egoísta. Podemos describir cómo nos estamos sintiendo y qué es lo que estamos creyendo que se encuentre ahí, reconociendo la culpa que produciría el asociarse con tal pensamiento egocéntrico, o podemos simplemente “pedir ayuda.” Las palabras no son importantes. Lo que en realidad importa es que no intentemos mirar dentro por cuenta propia, porque seguramente nos asustaremos e incluso, nos aterrorizaremos a nosotros mismos. El “permitir que la luz del verdadero perdón brille sobre nuestra culpa” es solamente una manera poética de decir que ya no nos encontramos juzgándonos a nosotros mismos por la decisión de ver que nuestras propias necesidades son prioritarias. Nota que esto no está diciendo nada acerca de detener estos pensamientos o de negar que todavía sentimos que tenemos estas necesidades, simplemente habla acerca de aprender a reconocerlas (y a los sentimientos que las acompañan) sin condenarnos a nosotros mismos por abrigarlas.

Este es nuestro papel en el proceso de mirar, a medida que permitimos que lo que estemos descubriendo sea liberado y sanado. Y lo que nos aguarda, pero que no es nuestra responsabilidad producir, es la paz y el amor que también se encuentran dentro, pero que han sido escondidos detrás de las capas de culpa que hemos puesto ahí para mantener al amor oculto de nuestra consciencia. Por lo tanto, el problema, la solución y la meta del proceso, todo ello reside dentro de nuestra propia mente. Pero no habrá ninguna esperanza ni resolución hasta que aprendamos a mirar ahí en lugar de fuera de nosotros mismos. Y esto se logra con el tiempo gracias a la disposición y a la práctica. Ya que el deseo de culpar al mundo y la resistencia a mirar dentro son ambos enormes ---de hecho, conforman el mismo obstáculo. Pero cuando internamente elegimos un Maestro diferente, el mundo que vemos fuera será transformado de un lugar de ataque y odio a un lugar de perdón y amor (T.12.VII.5,12).

Link al original aquí.