Pregunta#851:
Al parecer lo que yo experimentaba como “ataques de ansiedad” han
empeorado mucho desde que retomé el trabajo con Un Curso de Milagros
(después de una laguna de 10 años). Estos ataques son tan intensamente
aterradores y tan difíciles de describir en palabras; son absolutamente
paralizantes. Es como si estuviese totalmente engullida por la más negra
de las nubes; o de pie sobre un pantano negro que me engulle hacia un
abismo de desesperación. El Curso parece el summum de la locura; siento
como si estuviera enloqueciendo. Mi cerebro aparenta dejar de funcionar.
Los gritos de ayuda hacia el Espíritu Santo no parecen ser escuchados y
entonces, siento furia hacia Él y me convenzo de que todo esto es una
gran estafa ---un ejercicio de suprema negación acerca de lo que está
pasando en este mundo y en mi. La confusión es tan completa que no
parezco recobrar mi orientación. No hay restricción en cuanto a la
duración de estos episodios, pueden durar desde horas hasta días
(algunas veces semanas, meses e incluso años); la intervención médica
(antidepresivos, terapia) nunca me ha ayudado durante mucho tiempo.
Nunca he podido llegar al fondo de este asunto no importa la frecuencia
conque pido que se me muestre; que estoy dispuesto a contemplarlo. Nada.
Simplemente continua todo igual. Y hacer las lecciones me parece una
guasa. Es realmente posible que sea el ego quien esté luchando por su
supervivencia de esta manera? Yo insisto en asegurarle al ego que no va a
morir, sólo que se invertirá su papel (“ser el amo del ego, no su
sirviente”). Esto no hace ninguna diferencia.
Respuesta:
La ansiedad, a pesar de lo incómoda que llega a resultar su intensidad,
es simplemente una de las tantas defensas del ego para preservarse a sí
mismo. En cuanto a propósito se refiere, no difiere de la ira, la
depresión, el aburrimiento, la culpa o cualquier otra de la miríada de
emociones que experimentamos en nuestras vidas como cuerpos (ver por
ejemplo, W.pI.5.1:3,4). Consideremos unas pocas cosas. Aunque tu
experiencia es que tienes la disposición de llegar hasta el fondo de la
ansiedad pero que tus plegarias no te lo muestran, la verdad es que
salvo tú mismo, nadie más puede traer esos pensamientos enterrados a la
luz de tu consciencia ---ni Jesús, ni el Espíritu Santo, nadie. El papel
de Jesús o del Espíritu Santo es mirar junto contigo lo que tú permites
en tu consciencia, pero el papel que ellos desempeñan no es activo en
cuanto a revelar los contenidos soterrados en el inconsciente.
Tu
parte en este proceso, al igual que la del Espíritu Santo, se describe
con claridad en el párrafo siguiente: “El Espíritu Santo sólo te pide
esto: que lleves ante Él todos los secretos que le hayas ocultado.
Ábrele todas las puertas y pídele que entre en la oscuridad y la
desvanezca con su luz. Si lo invitas, Él entrará gustosamente. Y llevará
la luz a la oscuridad si le franqueas la entrada a ella. Pero Él no
puede ver lo que le mantienes oculto. Él ve por ti, pero a menos que tú
mires con Él, Él no puede ver. La visión de Cristo no es sólo para Él,
sino para ti y para Él. Llévale, por lo tanto, todos tus pensamientos
tenebrosos y secretos, y contémplalos con Él. Él abriga la luz y tú la
oscuridad. Ambas cosas no pueden coexistir cuando las contempláis
juntos. Su juicio prevalecerá, y Él te lo ofrecerá cuando unas tu
percepción a la Suya”
(T.14.VII.6 ). Tú mismo tienes que dejar al descubierto los
pensamientos oscuros y secretos y llevarlos ante Su Luz, donde podrás
entonces contemplarlos junto a Él y verlos desvanecerse.
Así
que resulta útil reconocer que tú eres el responsable de traer la
oscuridad a la luz, y que el experimentar ataques de ansiedad es en este
momento para ti preferible a que entres en contacto con lo que tú crees
reside más allá de la ansiedad. No hay nada malo en esto y sería
simplemente un sencillo acto de reconocimiento de que el poder de
decisión, como siempre, te pertenece a ti y a nadie más.
(T.8.IV.5:7,8,9,10,11,12,13,14 ; T.14.III.4:3) .
Otra
cosa a considerar es que el Curso te está guiando a mucho más que una
simple inversión en el rol del ego y que, aunque tú mismo podrías no ser
consciente de esto, en algún nivel tu ego si lo es. Si continuas en el
camino por el que el Curso te está guiando, en el final mismo de esa
jornada el ego no solamente estará más dócil y supeditado a tu control,
sino que literalmente desaparecerá, y con él el ser que tu actualmente
crees ser. Ahora, esto no sucede sino hasta el final cuando se completa
el proceso del perdón, pero el ego, con el cual tú estás identificado,
literalmente cree estar luchando por su vida, aunque, como dijiste, no
es que el ego será asesinado o aniquilado. Tú simplemente llegaras a
reconocer que no es nada (C.2.2:1,2) .
Pero mientras permanezcas identificado con el ego, tu también
experimentarás una gran ansiedad o miedo a las implicaciones del mensaje
del Curso.
Finalmente,
es primordial que estés segura de no estar forzándote a estudiar el
Curso si simplemente aún no te encuentras lista para ello. Cerca del
final del texto, Jesús nos indica “...si experimentas gran resistencia y
ves que tu resolución flaquea, es que todavía no estás listo. No luches contra ti mismo” (T.30.I.1:6,7) .
El Curso debería ser un proceso gentil, pero nuestra resistencia puede
trocarlo en algo aparentemente aterrador e incluso doloroso. Así que
antes que nada, se amable contigo misma.
Las
preguntas #155, 355 que elaboran acerca de los ataques de pánico,
contienen unas observaciones que te podrían resultar de utilidad.
Adicionalmente, la pregunta #144 aporta unos pensamientos acerca de la
ansiedad desde la perspectiva del Curso.
Link al original aquí.