miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Puede ser el Curso interpretado como una evasión?

Pregunta#836: Aunque tengo tiempo siendo estudiante del Curso, quiero hacer esta pregunta desde una perspectiva “normal” o “mundana” ---Considerando que podría ser útil dar un paso fuera del Curso y de sus propias asunciones internas. Se ha señalado en ciertas ocasiones que el mensaje del Curso ---el mundo en el que 'vivimos' es real sólo en apariencia--- tendrá un especial atractivo para las personas que no estén experimentando una relación feliz con el mundo. Dicho de una manera extrema, pero con la intención de aclararme, podría entonces estar presente alguna similitud con el pensamiento suicida, en términos del deseo de evasión.

Recíprocamente, podría entonces decirse que los individuos con una relación psicológica más saludable con el mundo se sentirán menos atraídos a Un Curso de Milagros, al ser sus señalamientos de escapismo de menos interés para ellos. Podría entonces ser el Curso visto como como algo poco útil, e incluso dañino al reforzar pensamientos evasivos de la realidad en la gente infeliz? Cómo responderías a este tipo de críticas desde “fuera de la comunidad del Curso”? 

Respuesta: Al intentar dar un paso afuera de lo que llamas las asunciones internas del Curso, podrías terminar enredándote a ti mismo en algunas asunciones imprecisas que quizás te lleven a tropezar con algunos aspectos de dudosa utilidad! Probablemente, la asunción más cuestionable es que el propósito del Curso es proveernos un escape del mundo, lo cual será ciertamente seductor a todo aquel que se encuentre en desgracia y que, incluso, esté considerando el suicidio. Esto no es sino un mal entendido acerca del propósito del Curso, el cual no haría sino reforzar las atesoradas defensas del ego ---acerca de que el mundo externo es el problema. No obstante, en una lectura superficial algunas frases en el Curso aparentan sugerir eso--- por ejemplo, La lección 23 en el libro de ejercicios “Puedo escaparme del mundo que veo renunciando a los pensamientos de ataque”--- el propósito del Curso no es ayudarnos a escapar del mundo, ya que el mundo no es el problema, tal y como el texto de ésta lección se encarga de dejarlo muy claro (W.pI.23.2; 4:2,3) . Así que cualquiera que se sienta atraído hacia el Curso, pensando y esperando que éste le proveerá de un escape del mundo y de todos sus problemas, va a estar profundamente decepcionado. Igualmente el Curso deja muy claro que la muerte ---y esto es cierto independientemente de la forma que ésta aparente tomar, incluyendo el suicidio--- no ofrece paz ni tampoco escape ( por ejemplo, T.3.VII.6:11; T.27.VII.10:2; M.20.5) .

Si, el Curso enseña que el mundo no es real ( ver por ejemplo, W.pII.3:1) . Pero si el mundo no es real, porqué tendríamos necesidad de escapar de él? La creencia de que el escape es necesario lo único que hace es reforzar la creencia de que el mundo es real y que constituye el problema, y esto es algo de lo que si necesitamos escapar. Podría ser mucho más exacto decir que el Curso nos enseña cómo escapar al sistema de pensamiento del ego que es la fuente del mundo. E incluso eso no es correcto por completo. Más bien, el Curso nos enseña cómo escapar de nuestra creencia y nuestro deseo del sistema de pensamiento del ego, ya que el sistema de pensamiento del ego en si mismo no es más real ni tampoco representa un mayor problema que su sombra ---el mundo.

El Curso aborda una cuestión fundamental: si el mundo no es real y no puede hacernos su víctima, porqué creemos que sí es real y que puede además herirnos y causarnos infelicidad? Y para aceptar la respuesta que el Curso nos da al respecto se requiere una autoevaluación honesta que la mayoría de nosotros aún no nos encontramos dispuestos a realizar y que, ciertamente, tampoco lo estará nadie que esté simplemente buscando escapar del dolor y del sufrimiento del mundo. El creer que el mundo es real sirve a un propósito muy específico y deliberado en el sistema de pensamiento del ego ---es la cortina de humo que ancla nuestra atención afuera, en las aparentes situaciones externas en el mundo, de manera que nunca miremos a los pensamientos de separación, pecado y culpa dentro de nuestra propia mente, que son la causa real de nuestro dolor y sufrimiento (por ejemplo, W.pII.3:2,3) . Así, convenientemente creemos que el pecado y la culpa existen afuera de nosotros en el mundo ---en otras palabras, no en nosotros mismos, impidiéndonos por consiguiente que examinemos nuestros propios pensamientos y protegiendo de esta manera nuestro frágil ego y sus (nuestras!!) atesoradas creencias.

Razón por la cual el Curso no nos está diciendo que neguemos los efectos del ego ---el cuerpo y el mundo--- ya que aún encontramos seguridad, confort y nuestra identidad personal en esas creencias. En lugar de eso, el Curso nos enseña cómo usar el cuerpo y el mundo para un propósito distinto ---el del Espíritu Santo en lugar del propósito del ego ( ver por ejemplo, W.pII.3:4) . Para decirlo nuevamente, nos hemos unido al ego al fabricar el mundo con el propósito de probarnos a nosotros mismos que la separación es real, al igual que sus efectos de ataque, pecado y culpa, así que el mundo, en lugar de ser ahora nuestra elección de separación, aparentará ser la causa de toda nuestra desdicha. Es el Espíritu Santo Quién nos enseña entonces cómo usar nuestro cuerpo y el mundo para tomar consciencia de esos pensamientos soterrados en nuestras mentes, para que finalmente podamos aprender cómo demostrar que el ego y el mundo no pueden tener efecto en nosotros a menos que deseemos que lo tengan. En otras palabras, el cuerpo y el mundo dejan de ser una prisión y son ahora transformados en un aula, donde podamos aprender las amables lecciones del perdón con el Espíritu Santo.

En lugar de sugerir que podemos ignorar el mundo ya que no es real, el Curso nos enseña a contemplar muy cuidadosamente al mundo y a nuestras reacciones hacia él para que podamos ponernos en contacto con los contenidos enterrados de nuestra mente dividida. Y por supuesto, una vez que podamos mirar e ir más allá de nuestra creencia en el pecado y la culpa en la mente errada, encontraremos la paz y el recuerdo del Amor de Dios reflejados en la mente recta. Pero no podemos acceder a esta felicidad y dicha sin que primero hayamos permitido que los contenidos de nuestra mente errónea sean deshechos. Y lo que esto quiere decir es tomar contacto con nuestros pensamientos de infelicidad, lo cual hacemos cuando miramos honestamente a sus proyecciones en la pantalla que es el mundo y todas nuestras difíciles y dolorosas relaciones. Esto no constituye una negación ni un escape de la mente y, de hecho, la mayoría de nosotros tiene una gran resistencia a este proceso de mirar, no porque exista algo horrible ahí para ver, sino porque sí creemos que lo hay.

Ahora es cierto que el Curso tendrá su atractivo para quienes no estén particularmente felices en su relación con el mundo. La mayoría no buscaría otro camino si ya están contentos con el que están transitando. Sin embargo, la mayor parte de la gente que se siente atraída hacia el Curso, al menos inicialmente, es porque están en la búsqueda de un camino espiritual que mejore su experiencia en el mundo y en sus relaciones y quizás que haga del mundo un lugar mejor. En otras palabras, la mayoría de los estudiantes del Curso no están buscando escapar del mundo sino mejorar su mundo para satisfacer sus necesidades de especialismo. Y por supuesto, a medida que los estudiantes progresan en su entendimiento de las enseñanzas del Curso, confrontan entonces cada vez más el darse cuenta de que el Curso no ofrece esa clase de ayuda. En lugar de eso, lo que el Curso intenta es ayudarnos a reconocer que tan infelices somos en realidad para que así tengamos la disposición de elegir, no en contra del mundo, sino en contra del sistema de pensamiento del ego, la función del Espíritu Santo es hacer cada vez más transparente las expresiones del ego y sus costo, de tal forma que gustosamente permitamos que nuestro deseo y creencia en él disminuya (T.14.II.1:1,2,3,4,5).

Con respecto a que quienes tengan “una relación psicológica más saludable con el mundo” podrían sentirse menos atraídos hacia el Curso, esto podría no ser siempre así. Sin embargo, lo que sí puede decirse con certeza es que el propósito del Curso no es ayudarnos a desarrollar una relación psicológica más sana con el mundo. Es cierto que una de nuestros objetivos de desarrollo a medida que maduramos como seres humanos es aprender a cómo encajar en el mundo con todas sus demandas, de forma tal que podamos exitosamente satisfacer todas nuestras necesidades lo mejor que podamos en cada uno de los diferentes niveles en donde éstas se presentan, el físico, el social, el emocional y el psicológico. Y quienes son considerados que están bien adaptados y saludables, son aquellos quienes han logrado satisfactoriamente dominar las habilidades requeridas para abrirse camino en el mundo, lidiando tanto con lo positivo como con lo negativo con un cierto grado de ecuanimidad. Pero el Curso tiene otra definición de salud: “Se reconoce que la salud es el estado natural de todas las cosas cuando se deja toda interpretación en manos del Espíritu Santo, Quien no percibe ataque en nada. La salud es el resultado de abandonar todo intento de utilizar el cuerpo sin amor. La salud es el comienzo de la correcta perspectiva con respecto a la vida bajo la dirección del único Maestro que sabe lo que ésta es, al ser la Voz de la Vida Misma” (T.8.VIII.9:8,9,10). Y más adelante, “Tu salud es un resultado de tu deseo de no ver a tu hermano con las manos manchadas de sangre, ni de ver culpabilidad en su corazón apesadumbrado por la prueba del pecado” (T.27.II.7:7). Pocos terapeutas o libros de autoayuda psicológica nos dan este tipo de dirección o perspectiva! La salud desde la perspectiva del Curso es en realidad un reflejo de la complexión o unicidad que es nuestra verdadera realidad en el Cielo. Y de igual forma, en la mente dividida, la salud está representada como el desenlace del perdón, donde las diferencias no son vistas como importantes y la culpa y el pecado no son reales, ya que le estamos permitiendo al Espíritu Santo que sane nuestra percepción.

Quienes tengan una salud psicológica puede que hayan establecido una cierta transigencia con el mundo que les permita funcionar con un cierto grado de satisfacción, al igual que con cierto grado de aceptación de sus limitaciones personales y del mundo. Pero subyace una calma desesperada debajo de la superficie, ya que la vida en el mundo es como un castillo de naipes, constantemente siempre a punto de colapsar. Por otra parte, muchos quienes exitosamente han podido negociar su camino a través del mundo y que percibimos tienen una relación psicológica saludable con el mundo podrían reconocer honestamente que todavía no son felices, no realmente felices y, por lo tanto, estarían abiertos a otro camino (por ejemplo, T.31.IV). Podrían llegar finalmente a reconocer que su atracción al mundo y a todas sus relaciones especiales les causa más dolor que dicha.

Es muy interesante que la investigación psicológica reciente sugiera que quienes tienen auto-percepciones menos precisas son menos propensos a deprimirse. O enunciado de manera equivalente, quienes poseen percepciones propias más certeras es bastante probable que estén medianamente deprimidos. Así que el precio de experimentar felicidad en el mundo aparenta ser la negación, lo cual es una defensa que solo es efectiva temporalmente. Y eso es por supuesto toda la felicidad que depende de nuestras relaciones con el mundo temporal. Tarde o temprano llegaremos a reconocer que el mundo no puede hacernos felices, pero no porque el mundo sea el problema, sino solamente porque ese reconocimiento reforzará nuestra disposición para mirar y pedir otra forma de pensar acerca del mundo.

Y por lo tanto, Jesús y su Curso nos están llevando a un lugar de sanación en nuestras mentes que nos permitirá en algún momento el estar en el mundo, totalmente presente a lo que aparenta estar sucediendo con nosotros y a nuestro alrededor, sin que nos lo tomemos seriamente y sin que quedemos atrapados en la mecánica de reacciones y juicios del ego. Claramente, esto de ninguna manera puede ser considerado un escapismo del mundo, pero si representa el aceptar una perspectiva diferente acerca del mundo ---la del Espíritu Santo en lugar de la del ego. El camino del asceta, o del monje o del ermitaño que se aparta del mundo es el camino que aparentará ser más seductor para alguien que esté buscando un escape. El Curso al final nos guiará fuera del sistema de pensamiento del mundo, pero sólo después de haber participado en el mundo completamente, para que así podamos reconocer su falta de sentido (W.pI.155).

Si nuestra motivación para estudiar el Curso se enfoca a escaparse del mundo, vamos a sabotear con su proceso al nunca permitir que el mundo sirva el propósito que el Espíritu Santo le daría para reemplazar el del ego. Ya que el ego busca que nos veamos a nosotros mismos como víctimas a merced del mundo, pero el Espíritu Santo nos haría reconocer que el propósito oculto del ego para con el mundo es únicamente el servir de vehículo para concedernos nuestro deseo secreto de vernos a nosotros mismos injustamente tratados. Y el mundo sirve muy bien a ese propósito siempre y cuando nos veamos a nosotros mismos separados del mundo, con el mundo existiendo fuera de nosotros.

Nunca dejaremos atrás el sistema de pensamiento que fabricó el mundo hasta que primero miremos honestamente a el mundo y a nuestras reacciones a él y que entonces usemos esas reacciones como una oportunidad de traer a la consciencia los pensamientos horribles y la culpa y el pecado que hospedamos dentro de nuestras propias mentes. Para decirlo una vez más, el mundo no es el problema del que necesitemos escapar ---de hecho no hay nada que de lo que en realidad tengamos que escaparnos. En lugar de eso, necesitamos mirar honestamente a nuestros propios pensamientos los cuales se encuentran reflejados en el mundo afuera hasta que podamos llegar a reconocer que ellos en realidad no tienen poder en absoluto y puedan ser soltados, no porque sean miserables, retorcidos e infelices, sino porque en verdad no son nada.

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